lunes, 27 de febrero de 2012

¿Soy sumisa y no me he enterado?

Será que sí, que lo soy.... que bueno, vale, lo soy a veces. A veces sí y a veces no. Va por momentos.... pero va a ser que en este momento de la vida me pide el cuerpo ser sumisa. Tanto estrés laboral, todo el día con los pantalones puestos y el látigo fuera cual dominatrix, me hace llegar a mi vida privada con ganas de dejarme hacer. Y no es que me considere pasiva, sino más bien que me gusta que en determinadas situaciones, piensen por mi. Y que me digan lo que me van a hacer, sin derecho a réplica, me excita tantísimo que sólo de pensarlo me pongo mala.

Pero es una dualidad la que coexiste dentro de mi. A veces me gusta ser yo la que domino, la que vuelve loca a su pareja hasta no poder más y entonces, jugar con ella todavía un poquito, y ser yo la que decide cuándo y cómo se va a correr. Otras veces me gusta todo lo contrario. Pero en lo que sí suelo coincidir es en lo que me gustan los hombres grandes y fuertes, y sentir esa fuerza y esa rudeza en la cama. Que me agarren los brazos, se echen encima de mi y no me pueda mover.... el no tener voluntad o, si la tengo, quedar sofocada con la fuerza. Que me agarren en volandas como una muñeca y saber que, aunque patalee, no voy a ser capaz de soltarme.

Así que dándole vueltas al asunto, no creo que sea exactamente sumisa, porque también soy impaciente y no me gusta que me hagan esperar para conseguir lo que yo quiero. Si tengo ganas de que me follen, que me follen a la mayor brevedad, porque si no entro en una espiral de cabreo que puede jodernos el juego y cambiar mi excitación por encabronamiento del bueno. A mi lo que me gusta es la fuerza bruta, que le vamos a hacer. El sí pero no, el sentirme sometida por la fuerza y no por el pensamiento. Eso de "sé que estás caliente y quieres que te la meta, pero no lo voy a hacer; cuanto más lo quieras, más te voy a hacer esperar" no es lo que me va... a mi lo que me va es que me empotren contra una pared y me digan. "te la voy a meter en breve, así que no te molestes en protestar e intentar zafarte, porque te va a dar igual". Y yo ahí, empotrada en volandas contra la pared, hiperventilando ya de la excitación y sin poder sacudirme de encima al maromo de turno porque es taaaan fuerte que sería imposible.

No sé por qué me pone tanto la fuerza en un hombre. Pero la fuerza física, aunque la use para obligarme a hacer cosas que en un principio no quiero. Dentro de un buen juego, claro... sentir la fuerza sobre mi es lo que más me gusta. Así que no sé si seré sumisa o no, pero que me gustan los hombres fuertes y grandes... eso me gusta un rato largo!

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