Será que sí, que lo soy.... que bueno, vale, lo soy a veces. A veces sí y a veces no. Va por momentos.... pero va a ser que en este momento de la vida me pide el cuerpo ser sumisa. Tanto estrés laboral, todo el día con los pantalones puestos y el látigo fuera cual dominatrix, me hace llegar a mi vida privada con ganas de dejarme hacer. Y no es que me considere pasiva, sino más bien que me gusta que en determinadas situaciones, piensen por mi. Y que me digan lo que me van a hacer, sin derecho a réplica, me excita tantísimo que sólo de pensarlo me pongo mala.
Pero es una dualidad la que coexiste dentro de mi. A veces me gusta ser yo la que domino, la que vuelve loca a su pareja hasta no poder más y entonces, jugar con ella todavía un poquito, y ser yo la que decide cuándo y cómo se va a correr. Otras veces me gusta todo lo contrario. Pero en lo que sí suelo coincidir es en lo que me gustan los hombres grandes y fuertes, y sentir esa fuerza y esa rudeza en la cama. Que me agarren los brazos, se echen encima de mi y no me pueda mover.... el no tener voluntad o, si la tengo, quedar sofocada con la fuerza. Que me agarren en volandas como una muñeca y saber que, aunque patalee, no voy a ser capaz de soltarme.
Así que dándole vueltas al asunto, no creo que sea exactamente sumisa, porque también soy impaciente y no me gusta que me hagan esperar para conseguir lo que yo quiero. Si tengo ganas de que me follen, que me follen a la mayor brevedad, porque si no entro en una espiral de cabreo que puede jodernos el juego y cambiar mi excitación por encabronamiento del bueno. A mi lo que me gusta es la fuerza bruta, que le vamos a hacer. El sí pero no, el sentirme sometida por la fuerza y no por el pensamiento. Eso de "sé que estás caliente y quieres que te la meta, pero no lo voy a hacer; cuanto más lo quieras, más te voy a hacer esperar" no es lo que me va... a mi lo que me va es que me empotren contra una pared y me digan. "te la voy a meter en breve, así que no te molestes en protestar e intentar zafarte, porque te va a dar igual". Y yo ahí, empotrada en volandas contra la pared, hiperventilando ya de la excitación y sin poder sacudirme de encima al maromo de turno porque es taaaan fuerte que sería imposible.
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