lunes, 26 de marzo de 2012

La montaña

Vaya por delante que esto no es una fantasía; lo recalco porque en mis relatos detallo entre fantasía lo que es imaginado y experiencia, lo que es realidad (una experiencia mía vaya, al uso normal). Así que en este caso y para que a quien corresponda se dé por aludido, voy a detallar una "Experiencia".

No recuerdo qué locura nos dio aquella noche de verano. Salíamos ambos del cine después de ver la típica comedia romántica americana e íbamos comentando lo guapa que era la protagonista y lo bueno que estaba él. Poco a poco, la conversación empezó a subir de tono y a volverse más y más tórrida. No necesitamos mirarnos, como nunca nos pasaba, para sentir en las tripas el zarpazo del deseo. El nuestro era un deseo brutal, animal y primario, que nos consumía por dentro cada vez que estábamos juntos. No existía entonces nada más que ese deseo ardiente que teníamos que apagar cómo y dónde fuera.

Esta vez nos pilló en medio de la calle, a la salida de un cine del centro de Madrid. En pleno barrio de Salamanca, sin opciones apenas para escondernos y dar rienda suelta a nuestra pasión. Íbamos andando, cogidos de la cintura, agarrados con fuerza, casi haciéndonos daño. Notaba la sangre golpeándome en las muñecas por la presión que sus manos ejercían sobre ellas, pero no me atrevía a mirarle y decirle nada, porque sabía que en el momento en que posara sus ojos sobre los míos y aflojase la presión que ejercía sobre mis manos y sobre mi cuerpo nos fundiríamos el uno en el otro sin importar dónde.

Nuestros erráticos pasos nos encaminaron a la puerta del Retiro. Y ahí tuvimos nuestra respuesta. La noche invitaba a retozar entre las plantas... ¿por qué no?Entramos como 2 furtivos, trepando a la montaña artificial y dejándonos caer en una de las laderas. Y ahí no hubo nada más ya que él y yo. Tan pronto tocó mi cuerpo el suelo blando de hierba y tierra él se abalanzó sobre mi, cubriéndome de besos, levantando mi falda y abriéndose camino con sus manos a través de mis piernas. Yo me dejaba hacer, mientras me desabrochaba la parte de arriba de mi vestido, para quedar completamente desnuda bajo la luz de la luna. Él paró un momento y me sonrió con esa sonrisa suya tan característica, mordiéndose la lengua... ya sabía lo que venía a continuación y un latigazo de placer hizo que mis caderas se alzaran, como invitándole a jugar.

Con su cabeza entre mis piernas y su lengua jugando con mi clítoris empecé a gemir sin control. Mis manos acariciaban mis pezones, ya durísimos por el frío de la noche. Él no pudo aguantar mucho rato; se incorporó y sacó su polla dura y caliente y me la metió de un golpe. Estaba tremendamente empapada, así que no le costó nada clavármela hasta el fondo, como sabía que me gustaba. Mis caderas se volvieron a levantar como pidiéndole más... y así se lo dije: "hasta los huevos. Métemela hasta los huevos". No pude decir más. El ritmo de la follada era enorme y yo no podía contener mis gemidos. En un momento giré la cabeza y descubrí a un hombre que nos observaba detrás de unos setos. Le sonreí y me agarré al culo de mi acompañante. Con cada embestida gritaba y miraba al intruso, que había empezado a tocarse por encima del pantalón. No apartábamos los ojos el uno del otro.

Giré a mi pareja y me puse encima. Completamente desnuda como estaba, le cabalgué suavemente, meciendo mi pecho y sin retirar mi vista del intruso. Para ese momento ya se había sacado la polla y se pajeaba sin control. Me excité tanto, que noté llegar el orgasmo desde la punta de mis dedos, atravesándome entera y sacudiéndome como un relámpago. Mis gemidos encendieron a mi acompañante que, al ver que me corría, me agarró fuerte de las caderas e imprimió el ritmo que él necesitaba para acabar corriéndose él también. Caí sobre su pecho, exhausta y llena de hojas. Cuando levanté la mirada el intruso ya no estaba, pero cuando nos íbamos, al pasar por el lugar donde había estado, pude ver su leche en el suelo, signo inequívoco de que no lo había soñado.

sábado, 24 de marzo de 2012

El juego del sobre

Fue un encuentro completamente casual. Yo estaba en la barra del bar, tomandome una caña, cuando levanté la vista y le atrapé observándome a través del espejo que estaba colocado en frente. No cruzamos ni una palabra, pero su mirada me taladró de arriba abajo y noté que empezaba a temblar como una hoja. Bebí mi cerveza despacio, sin apartar mis ojos de los suyos y sintiendo cómo la excitación iba en aumento, creciendo y llenándome con suaves oleadas. Todavía la podía controlar, todavía....

De repente desapareció de mi vista y me quedé desconcertada. "A dónde habrá ido?" me pregunté. No me duró mucho la inquietud. El solícito camarero se acercó a mi y me deslizó un sobre entre los dedos. No dijo una sola palabra, pero su mirada ardía. Lo abrí lentamente y encontré un papel con su su pulcra letra que ponía: "si quieres que te folle, elige a un tío, llevatelo al hotel X, habitación Y. La llave va dentro del sobre". Me quedé horrorizada. Mi timidez era enfermiza, él lo sabía! Pero... Tenía tantísimas ganas de que me follara! No podía más y él lo sabía... Y jugaba conmigo.

Levanté la vista y miré a mi alrededor, a ver cuál de ellos iba a ser mi presa. El hombre gordo de la esquina de la barra... No, ese no. El ejecutivo pagado de sí mismo que hablaba por el móvil sin parar... Tampoco, demasiado perfecto. El veinteañero estudiante de facultad.... ese. Queria a ese. Para que jugásemos los 2 con él. Sería perfecto. Clavé mi mirada en él, esa mirada que dice: "soy la puta que va a hacer que te corras como dios" Se empezó a poner nervioso al darse cuenta de que no apartaba mi mirada de la suya y en ese momento, mi sonrisa se ensanchó. Me acerqué a él sin bajar los ojos, cogí su mano y me la metí entre las piernas que ya estaban mojadas por mi excitación y le susurré en el oído: "quieres que esto sea para ti? Que me corra para ti como una zorra?" Él se estremeció y noté que asentía. Así que sin cruzar ni una palabra más, le cogí de la mano y le arrastré hacia el hotel que J me había dicho.

La habitación estaba en penumbra y a mis ojos les costó un rato acostumbrarse, pero en seguida distinguí la figura de J de espaldas a nosotros, completamente desnudo, que fumaba mirando por la ventana. La cara de mi acompañante era un poema, pero no acertaba a decir nada. Le miré fijamente y comencé a desnudarle lentamente, sin decir nada, mientras él se dejaba hacer. Le saqué la camiseta, le bajé los pantalones, me arrodillé para quitarle las zapatillas... Cuando ya estaba solo en calzoncillos, desde mi postura de rodillas, acerqué mi boca a su polla y la besé. Notaba que J se había girado y nos miraba, sentado en una butaca, fumándose su cigarro. Le oía expulsar el humo y jadear levemente. Supe que estaba excitado y me encendí aún más, imaginando su cara de guarro.

El chaval temblaba de excitación cuando decidí bajarle los gayumbos de un tirón y dejar su polla libre. Era bastante grande y gorda, lo que me hizo sonreír; me la acerqué a la boca y empecé a lamerla de arriba abajo, hasta que sólo cogí el capullo con mis labios. Él me agarró la cabeza para guiarme en la mamada, estaba ya cachondísimo y poco le importaba que otro nos estuviera mirando.

Estábamos tan metidos en nuestro mundo que no nos dimos cuenta de que J se había levantado y estaba detrás del chico. De repente, oí cómo le decía: "no te la quieres follar, chaval? Mira que si no haces que se retuerza de gusto yo no me la voy a tirar, y eso no creo que le siente muy bien" Dicho y hecho. El chico aprendía rápido, me cogió del pelo para apartarme y hacerme levantar. Me empujó contra la cama y caí de espaldas, con el vestido levantado sobre mis muslos, dejando ver mi coño empapado. Sus ojos se abrieron al verme así y no tardó ni un segundo en ponerse sobre mi y meterme su enorme polla de un empujón. Solté un grito de sorpresa y dolor y vi la cara de J, sonriente, excitadísimo, que me decía moviendo sólo los labios:"disfruta, zorra."

El chico me follaba con fuerza y yo levanté las piernas y las crucé en su espalda, para permitirle que la metiera más dentro. Le agarré del culo y le dije: "métela más fuerte, párteme en 2 que me estás volviendo loca" Lo que no veía es que, mientras le decía esto, a quien miraba era a J con la cara de puta más caliente que fui capaz de poner. En ese momento noté que el chico se iba a correr y lo empujé fuera de mi. Se quedó sorprendido, pero me echó toda su leche encima de la tripa mientras gemía de gusto. J tenía la mirada encendida de deseo. Se acercó a mi con un papel y me dijo:"limpiate, puta, que ahora voy a hacer que te corras como te mereces" y haciendo al chico a un lado, se agachó y empezó a comerme el coño como sólo él sabbe hacerlo.

Yo estaba ya ida completamente, me daba igual dónde estaba, qué hora era y cómo me llamaba. Sólo era capaz de sentir por todos los poros de mi cuerpo. La electricidad que había siempre entre ambos estaba presente con toda su fuerza y yo me estremecía aun antes de que él me tocara, así que cuando se apartó de mi y me dio la vuelta en la cama casi ni lo noté. Se inclinó sobre mi, con mis muslos separados, y me penetró suavemente. Se dejó caer sobre mi y, agarrando mis manos, empezó a moverse en un suave vaivén, follándome lentamente. Notaba su aliento en mi nuca y mi completa inmovilidad junto con su follada y su peso me estaban volviendo loca.

No quise ser la única dominada, la que se dejaba hacer mientras otros decidían, así que giré mi cabeza y le dije a J: "fóllame el culo. Quiero sentir cómo te corres dentro y me llenas con tu corrida" J puso cara de entre sorprendido y loco. Se apartó un poco y, con la polla en la entrada de mi culo, empezó a empujar suavemente. Yo movía mi culo para irle guiando y él encontraba el camino genial, conteniendo su excitación para no hacerme daño. Me giré y le dije al chico, que nos miraba excitadísimo: "qué? No quieres participar?" No dudó un instante. Se acercó a mi y le indiqué que se pusiera debajo. Quería que me follaran los 2. Cuando sentí las 2 pollas dentro creí morir de gusto. Ambos se movían a la vez, rozando sus pollas dentro de mi y yo jadeaba de la excitación que sentía. No podía ni respirar y noté que me corría. Con mis gritos ellos no tardaron en correrse también, y en un instante éramos todo gritos y gemidos, hasta caer exhaustos los unos encima de los otros.

J me dijo: "te ha gustado, preciosa?". Yo no pude menos que responder; "y cuándo repetimos?"

martes, 20 de marzo de 2012

Valencia


Él ya lo sabe. Sabe que soy completamente suya y que no puede ser de otra manera. Sabe que no puedo ni planteármelo, que mi cuerpo ya tiembla sólo de intuir su presencia. Sabe que cuando está cerca me muevo como en un campo magnético, que siento ese magnetismo entre los 2 y que fluctúo siguiéndolo. Sólo tengo que dejarme ir, la química y su experiencia hacen el resto. Por eso sabe que cuando me diga lo que quiere no voy ni a dudar, no puedo dudar porque mi cuerpo no lo permite. Así que cuando me dijo que me llevaba de fin de semana fuera de Madrid, que hiciera una maleta y que no metiera ropa interior tardé menos de 10 minutos en tener la bolsa preparada.

Llegue a la estación del AVE acelerada, encantada y avergonzada a la vez, como siempre que le veo. Temía que se notara que no llevaba nada debajo de mi vestido, tan corto, tan liviano del mismo modo que quería que todos vieran lo cachonda que estaba. No tardaría en notarse mi humedad bajando lentamente por las piernas.  Eso también lo sabía. Cogí el billete que me había mandado por email, pasé el control y seguía sin verle. Iba a ser la hora de salida, así que corrí a coger el tren, imaginando que él ya estaría allí. Pero no estaba. El tren arrancó y me asusté… “lo ha perdido y ahora me voy sola”. El pánico me dejó paralizada un segundo, hasta que oí pitar el móvil. “Estoy en el baño, ven” y como una autómata me abrí camino entre las líneas de butacas. Me abrió la puerta con sigilo y entré despacio. Y ahí empezó todo.

No tengo consciencia de lo que pasó. Sé que me cogió desprevenida y me empujó contra el lavabo, levantó mi falda y me penetró con fuerza, partiéndome en 2. Todavía no estaba húmeda, pues no me había repuesto del pánico anterior, así que sentí toda su polla con crudeza y mi cuerpo respondiendo a cada una de sus embestidas, mojándome poco a poco mientras él se abría camino con cada empujón. Su falta de delicadeza me excitó aún más y me puso los pezones duros y calientes; entré en barrena y no tardé en pedirle más y más fuerte, a pesar de que me estaba haciendo daño. Cogido a mis caderas, en su propio mundo, él me daba toda la caña que le pedía y más, hasta llevarme al borde del orgasmo, y justo, justo en ese momento, paró en seco, se inclinó sobre mi y me dijo: “hola, preciosa, lista para el fin de semana?”

To be continued....

viernes, 16 de marzo de 2012

Compartiendo fantasias

Y digo compartiendo porque esta no es mia, me la han prestado. Pero es taaaan buena que no me resisto a ponerla. Que la disfruteis!

"The Doors – Break on through (to the other side)
http://www.youtube.com/watch?v=RUyXaDcWxC4


Domingo, 15:00 horas. Salón Internacional de Coleccionismo Discográfico. Habíamos quedado los tres en el hotel donde iba a celebrarse.

Nos había pedido a las dos que le sorprendiéramos, con algo que pudiéramos llevar encima, o puesto. Y él también iba a sorprendernos a nosotras. Había mucha tensión sexual contenida. A los tres se nos da bien manejar la espera y dosificar el deseo, de manera que llevábamos casi una semana ardiendo de ganas.

Llegué al hotel donde se celebraba el evento, me dirigí al salón donde era, y la localicé en seguida. Iba con un vestido negro de punto ajustado, lo suficientemente corto, que le sentaba estupendamente, se ceñía a su cuerpo y dejaba ver lo mejor de él, sus piernas perfectas, ensalzadas por un par de preciosos zapatos negros de tacón alto. Yo había elegido una camisa blanca desabrochada lo justo para que se insinuara el escote, una falda corta y botas negras con tacón alto. Mi sorpresa consistía en mi ausencia de ropa interior y además, para añadir más calor al asunto, me había puesto unas bolas chinas. Cada vez que me movía, las notaba dentro, y no llevar sujetador hacía que los pezones me rozaran directamente la tela de la camisa y se endurecieran, cosa que no les sucede con facilidad, a no ser que se les manipule adecuadamente, pero el calentón era enorme, y hasta estaba empezando a chorrear. Prácticamente estaba notando la humedad casi rozando la liga de la media, por Dios, que no se notara, qué vergüenza me estaba empezando a dar…

Me llegó el primer whatsapp mirando una caja con viejos vinilos de los 70. Tenía uno de los Doors en la mano, cuando el móvil me vibró en el bolsillo del abrigo…

- “X [mi nombre] estoy detrás de ti, pero no te muevas”

Era de él. Había creado un grupo y estábamos los tres en él, con lo que todos podíamos leer lo que escribíamos.

Ella se situó en el stand de la izquierda, mientras miraba en una caja con más discos y hacia donde estábamos, con miradas fugaces y sonreía, aunque sólo nosotros nos percatábamos…

Llego otro mensaje, de ella

- “Mi sorpresa te la tengo que da en la mano, Z [el nombre de él]”
- “Acércate y dámela” – respondió él
- “Si quieres saber la mía, sólo tienes que ponerte detrás de mi con disimulo y acariciarme el muslo por dentro… A ver si puedes hacerlo sin armar un espectáculo…” – le dije yo, provocándole…

Le tenía bastante cerca, estaba mirando una caja de discos que estaba a mi lado. Podíamos rozarnos. Pero optó por hacerlo de otra manera, dejó caer un mechero y se agachó a mi lado, con lo que se pudo asomar un momento… lo suficiente como para comprobar con sus propios ojos lo que estaba sucediendo entre mis piernas. En eso que, justo antes de que se incorporara, llegó ella por el otro lado, y le puso algo en la mano, que no distinguí aún, pero que en seguida lo haría… Sonrió, mirándonos primero a ella y luego a mí, mientras volvía a los discos.

- “¿Y tú? Cual es tu sorpresa? – pregunte, cuando pude recuperarme un momento. Tenía el corazón a mil…
- Que vais a hacer lo que yo os diga, las dos, sea lo que sea, y sin condiciones. ¿Está claro?

A esas alturas de la película, ninguna hubiéramos protestado ni lo más mínimo. Y él lo sabía. Era una buena sorpresa, ya que las dos tenemos ese punto de sumisión. Los límites, los tenía él en su mente, y nosotras total confianza, con lo que no había problema ni nada más que decir…

- Muy claro – dijo ella
- Entendido – respondí yo
- Esto os gusta a las dos, ¿verdad?
- Sabes que sí – dijo ella
- Lo sé, pero quiero oírlo… bueno, leerlo
- Me gusta, y lo sabes – respondí yo
- Ahora quiero saber cómo de cachondas estáis, se que lo estáis, pero quiero saber cuánto…
- Yo estoy chorreando – dije- y es literal…
- Eso me ha parecido ver… ¿Y tú, Y? [el nombre de ella]
- Yo también… y si sigues apretando el botoncito del mando… más todavía, cabrón – ahí fue cuando me enteré que su sorpresa consistía en llevar un vibrador con mando inalámbrico, era lo que le había puesto en la mano hacía un momento
- Uhmm… así que llevas uno de esos. Yo unas bolas chinas…- le dije
- Ahora vais a ir al baño, primero una y luego la otra. Os vais a meter en uno, las dos, y me vais a esperar allí

Nos miramos de reojo. Primero fue ella quien, tras disimular un poco, fue hacia el cuarto de baño, que estaba fuera de la sala. Unos dos minutos o tres después, lo hice yo. No había nadie en él, y sólo una puerta cerrada, pero no del todo, las demás estaban abiertas de par en par. Pasé dentro, ella estaba de pie, apoyada contra la pared. Se le veía en la cara la excitación enorme que sentía, tanta como la mía. La miré a los ojos, mientras sonreía, y le susurré al oído…

- Tenías razón… se te pone cara de puta cuando estás cachonda… - acompañé estas palabras de una mirada encendida y una leve caricia en su brazo, y noté que mi palabras no le desagradaban y que su piel se erizaba. A ella el contacto femenino no le gusta demasiado, y a mi lo cierto es que tampoco, sólo me pasa en algunas ocasiones y con determinadas mujeres. A ella, en concreto, en ese momento exacto, la hubiera puesto del revés, deseaba besarla, pero me contuve, y continué susurrándole...
- Tengo ganas de ver cómo te folla, ¿sabes?

Escuche un ligero jadeo, mientras cerraba los ojos un segundo…

- No pensé que le diría nunca esto a otra tía, pero me estás poniendo mucho, y quiero ver cómo me miras de esa manera mientras me folla.
- ¿Cómo te estoy mirando? – le dije, volviendo a abrasarla con la mirada. Soy consciente de cómo miro cuando estoy caliente…
- Como si quisieras follarme…
- Puede que quisiera – le susurré – pero se que te mueres de ganas porque te folle él, quieres su polla dentro, y lo que yo te hiciera no sería suficiente, ¿a que no?
- No, le necesito dentro ya mismo…
- No te creas, que yo también… Y lo vas a ver todo, todo, tú también
- Hijaputa… ¿por qué me estoy calentando tanto con lo que me estás diciendo?
- Porque se lo que quieres. Así que nos vamos a ir de aquí ya mismo, ¿te parece?
- Pero… ¿no tenemos que esperar a…?
- Hazme caso…


No era cosa mía. Había recibido instrucciones para que esto fuera así. Salimos del baño y subimos en el ascensor hasta la tercera planta del hotel, caminé con seguridad hasta la puerta de una habitación concreta. Antes de llamar, le dije

- Vas a entrar ahí y te lo vas a follar hasta que se corra, ¿entendido?

Ella me miraba sin entender muy bien qué estaba pasando… Pero su calentura la dejaba pensar poco ya, lo mismo que a mi. Saqué una tarjeta magnética del bolsillo de mi abrigo y abrí la puerta, la empujé y entramos, primero yo y ella detrás de mi…

Todo estaba en semi oscuridad, las cortinas estaban echadas y apenas si había un poco de luz. Él estaba recostado en la cama. Nos sonreía a las dos y miraba de esa manera tan característica, yo le digo que pone cara de guarro cuando se pone cachondo y es verdad, la pone. Le pregunté

- ¿Lo he hecho bien?
- Muy bien – me respondió, mientras se movía del centro hacia el borde de la cama. Luego me levantó un poco la falda y vio el espectáculo que había debajo: mis muslos completamente empapados. Casi pude ver como sus pupilas de dilataban más aún de lo que ya estaban de la excitación. Cogió un poco con la punta de los dedos y sonrió, mientras no dejaba de mirarla a ella…
- Ven aquí – le dijo, mientras se ponía de pie y continuaba acariciándome a mí con la punta de los dedos, ahora ya los tenía en el clítoris y estaba tan lubricado que resbalaba entre ellos sin ninguna dificultad. Ella se pegó a su cuerpo y le besó con ganas, mientras yo no me perdía detalle.
- Ayúdala a que se desnude – me pidió

Poniéndome por detrás de ella, le quité el vestido y se quedó sólo con la lencería negra, las medias y los zapatos. Ella misma se quitó el tanga y el vibrador, que dejó empapado sobre la mesita. Él se volvió a sentar en el borde de la cama, únicamente llevaba una camiseta negra, y su polla estaba preparadísima para el ataque. Ella se fue sentando sobre ésta mientras yo le bajaba los tirantes del sujetador y dejaba en libertad sus tetas, mientras se me escapaba una leve caricia en ellas que no pareció incomodarla… Gimió mientras sentía su polla abrirse camino dentro de ella, como si le quemara. Yo estaba intentando visualizar esa sensación, y mi calentura era ya inmensa…

- X [mi nombre], ¿quieres que me deje llevar y la llene entera?
- Hazlo. Mátala de gusto, vamos… - le dije

Ella continuó cabalgándole, mientras sus gemidos iban en aumento. Echaba la cabeza hacia atrás y yo me acariciaba mientras les veía. Estuvieron en esa postura un rato, hasta que él se echó hacia atrás, tumbándose, y ella continuaba follándole así. Con la mirada, él me pidió que me pusiera al otro lado, nos entendimos en un momento. Me situé de rodillas a su lado, le besé, mientras ella seguía dándolo todo. Le susurré al oido…

- ¿Te vas a correr ya?
- ¿No quieres nada tú?
- Luego… Ahora céntrate, quiero que la partas en dos de gusto
- ¿Te gusta verlo?
- Me encanta veros… ponéis los dos unas caras que me encantan – esto último lo dije en voz algo más alta, para que ella me oyera, mientras sonreía
- Dame tu coño, quiero que te corras con nosotros, en mi cara…

Me coloqué sobre su cara, de manera que ella estaba frente a mí, y podía seguir escuchando los gemidos de los dos, mientras me lamía, y yo me ayudaba con la mano. Ella empezó a decir que se corría, y él a sujetarla fuerte por las caderas, mientras seguía follándole sin parar. Vi cómo empezaban a temblar de placer, los dos, porque él se dejó llevar en ese mismo momento, y fue cuando yo hice lo propio, empapándole la cara. Fue increible…

She get high…. (ella se coloca)
She get high….
She get high….

Jim Morrison nos debía de estar escuchando desde el mismo infierno, o cielo, quien sabe, mientras estábamos "colocados" de tanto placer. Que sonara esta canción en el hilo musical justo en ese momento no podía ser casualidad…

Fue una tarde de lo más interesante, para no olvidarla con facilidad."

Y como le he dicho a la escritora, yo la hubiera terminado con un cigarrito y "Friday Im in Love" de The Cure.






martes, 13 de marzo de 2012

Miro la vida pasar

Y me doy cuenta de lo complicadas que somos las mujeres. Unas veces vamos y otras venimos. Nunca parece que estemos a gusto con nada... y lo peor de todo es cuando nos dejamos llevar. Yo ahora estoy así, dejándome llevar por la vida, y así me va.... no tengo queja de lo que estoy viviendo en absoluto, pero sí de las pajas mentales que me hago. Así que creo que voy a tener que retomar mi Reiki y mi meditación para poner en orden cuerpo y mente y no organizarme un cacao tan estupendo que me lleve a ser la protagonista de una telenovela a lo "Corazón salvaje". Una ya tiene una edad, no sé si se me entiende.

Así que he tomado esa sabia decisión, de disfrutar de los placeres de la vida, los que ya tengo y los que me voy encontrando por el camino. Abrir la mente y el corazón a que quepan más y dar salida a los malos rollos. No quiero tenerlos, justo ahora que me veo estupenda. Estupenda y con ganas de pasarmelo bien. Y esto me lleva a lo de siempre... ¿tendré valor de seguir adelante? ¿o me acojonaré a medio camino? ¿qué es peor, arrepentirse de no haber vivido algo o de haberlo vivido? Nunca se sabe. Casi mejor arrepentirse uno de vivirlo, que si no, te quedas con las ganas y es peor. Así que me veo dándome empujones para arrancarme de mi habitual pereza y timidez para intentar hacer realidad las fantasías que me rondan la cabeza.

De buenas a primeras, tengo que empezar a ordenar las fantasías en mi cabeza y luego, buscar candidatos a cumplirlas. Que se presten a ellas y que a mi me acomoden, y eso ya es más complicado. No sé, creo que cuando detalle la primera, pedire un CV, para ver si consigo encontrar al trabajador 10 (por decir un caso). Luego, cuando lo encuentre, que me atreva a lanzarme.... madre mía, soy más de ser atacada, qué se le va a hacer. Es que lo intento poner fácil, pero no me sale eso de "jaaaaar, a por ti voy". Nop, no soy así, soy una tímida compulsiva....

Po lo tanto, en ellas estoy... a ver si consigo encontrar un huequito para empezar a transcribir mis fantasías.

Os mantendré informados!

viernes, 2 de marzo de 2012

Doble moral

No entiendo muy bien la doble moral de la gente. Parece que uno tiene que hacer lo normal, lo que está establecido, o le ponen ya etiquetas. Vamos, hoy en día se ponen etiquetas por todo:

*Si no te tiras a un tío la primera noche eres una estrecha.
*Si te tiras a un tío la primera noche eres una golfa.
*Si te tiras a muchas tías eres un machote.
*Si no te las tiras eres un pringao.
*Si tu mujer sale a todas horas seguro que te pone los cuernos.
*Si no sale eres un machista que la tiene encerrada...

Y digo yo... Cual será mi etiqueta? En mi adolescencia, mis amigas me llamaban la "putita" del grupo y eso que perdí la virginidad mucho después de que empezaran a llamármelo. Ahora, las que me conocen dicen o que estoy loca o qué suerte tengo. La mayoría se escandaliza cuando les digo que mi marido y yo somos una pareja casi abierta y que consideramos el sexo como algo más de lo que disfrutar. En el fondo pienso que es envidia, que les gustaria hacer lo que hago yo. Tantos años educadas de una manera para descubrir que, al final, la cabra tira al monte.

Yo no me atrevo a hablar de mi vida abiertamente con mis amigas, por lo menos no con todas, pues sé que la mayoría se escandalizaría. La mayoría, además, le da al sexo una importancia desmedida, cuando no es más que una forma de pasárselo bien. Y yo me lo paso estupendamente, aunque no folle todo lo que me gustaría ni con todos los que quisera. Lo único en lo que puedo parecer más antigua es que no todos me valen: si me quieren echar un polvo tiene que haber algo más. Y no, no nos pongamos románticos, que no es eso. Es simple y llana química y afinidad. Me pone más cachonda la idea que el hecho. Así que si un hombre se sabe vender de boca, conmigo tiene el 75% ganado.

Pero volvamos al principio, a las etiquetas, a la doble moral. Estoy convencida de que hay muchísima gente que lleva una doble vida y eso me pudre. Qué sociedad la nuestra. Será que lo que yo hago me parece tan natural que no me daría vergüenza contarlo, pero me asusta esa doble moral, esa etiqueta. Quizá por eso me refugie en este blog; quizá por eso, para moverme en mi doble moral tenga tambié un alter ego...

Debo ser rara. O demasiado normal. Quién sabe.