domingo, 3 de junio de 2012

Gracias

Te veo entrar, tal alto, tan guapo... Que me cortas la respiracion. El pelo negro echado hacia atras, rebelde, tupido, que te da un aire de tipo duro; los brazos fuertes y poderosos, se adivinan bajo la camisa, al igual que tu pecho amplio, ese en el que me gusta recogerme. Me das los buenos días, como siempre haces cuando me subes el correo al despacho y no puedo evitar ponerme colorada. Te has dado cuenta de que tengo la vista clavada en la mesa de reuniones, esa que tanto juego nos ha dado mas de una vez.

Me sonríes y ya sabes que he perdido toda voluntad. Me levanto y voy hacia ti, con la intención de recoger el correo que me traes. Pero tú eres más rápido: de 2 zancadas cubres la distancia que nos separa, arrojas el correo encima de mi mesa con una mano y con la otra ciñes mi cintura para no dejarme escapar. Entonces me abandono en tus ojos y siento que me hago líquida para mojarte y atraparte en mi marea. Te echo los brazos al cuello para darme impulso y aupándome, te rodeo las caderas con mis piernas. Y ahora sí, tus grandes manos atrapan mi trasero y me llevas en volandas para aplastarme contra la pared, para dejarme entre ella y tu placer. Te muerdo los labios, los acaricio con mi lengua... La ropa empieza a volar, me aplastas contra la pared, los pechos desnudos de ambos se funden en uno.

No llevo bragas y soy tremendamente liquida, no te cuesta nada acariciarme con tu miembro duro y caliente. Y lo siento, siento que voy a perder el control, que me voy a perder en tus ojos y en mi humedad, en tu calor y en el mio, que nos vamos a fundir.

Me llevas a la mesa, me agarro al borde y te ofrezco mi grupa. Me acaricias, te inclinas sobre mi y me besas, rozas mis nalgas con tus labios. Me lames, me pruebas con tu lengua y notas que ardo. Eso te anima a ir más allá, a abrirme poco a poco, a jugar con tu lengua por toda mi hendidura. Y cada vez soy más líquida... Me gusta que me lamas, que descubras mis recovecos, que abras mis hendiduras que buscan abrirse a algo más. No puedo esperar mucho más y lo notas. Te inclinas sobre mi y me besas tiernamente el cuello, entrelazas tus dedos con los míos disfrutando de esa intimidad y entonces, lento pero firme, te abres camino dentro de mi, buscando ser recogido, acompañado hasta lo más hondo de mi ser.

Jadeo y me embistes, y acompaño tus embestidas con mis jadeos, buscando con mis nalgas que llegues más hondo, más fuerte. Tus manos siguen enlazadas en las mias y me incorporo buscando tu intimidad, pegando mi espalda a tu pecho. Me coges la cara con las manos y siento que se para el tiempo. Y nos besamos, perdiendonos el uno en el otro. Empujas de repente, sin previo aviso, arrancandome una exhalación de placer desde lo más hondo de mis entrañas. Estoy temblando y tú acaricias suavemente mis costados, me vuelvo a estremecer.

Te acercas a mi oido y me susurras: quiero dártelo todo, quiero dártelo en la boca, quiero calmar tu sed. Y sales despacio, abandonándome, privándome de tu intimidad. Tiemblo como una hoja al oírte y tú me das la vuelta y me besas suavemente. Me arrodillo y te miro desde abajo, con los labios entreabiertos, brillantes de saliva. La dejas ahi y mi lengua, ávida, la acaricia. Sabe dónde lamer, lo sabe muy bien. Me la meto entera en la boca y comienzo a comértela lentamente, concienzudamente, mordisqueandola, haciéndola mía. Chupo uno de mis dedos y acaricio tus nalgas, entre ellas... Ya sabes lo que voy a hacer. Coges mi dedo y lo guías dentro de ti. Te oigo gemir, agarras mi pelo y me follas suavemente la boca mientras yo invado tu ser con mi dedo. Sé que te vas a correr y un alarido tuyo de placer lo corrobora. Estallas en mi boca, llenándola, estremeciéndote desde los pies hasta el pelo y yo permanezco agarrada a ti, jugando con mi dedo, recibiéndote con mi boca. Te agachas, jadeando, buscando compartir tus fluidos en un beso ardiente. A regañadientes te doy parte de mi premio y sonriendo, me dices: soy todo tuyo.

Me incorporo y me apoyo en la mesa, las piernas semiabiertas, si dejar dudar a la imaginación. Te agarras a mis muslos y me lames. Besas cada parte de mi, me lames y lo noto, tu lengua ha encontrado lo que me gusta. Y estoy muy cerca de dejarme ir. Te lo digo pero sigues tu ritmo, cadencioso, lento, como a mi me gusta. Y no lo puedo reprimir por mas tiempo. El orgasmo me invade de una manera brutal. Te aparto suavemente mientras las oleadas de placer me sacuden y hacen que me doble sobre mi misma. Me quedo así, abrazada a tu cabeza, y te susurro: gracias.

Gracias a ti.... Me dices.

5 comentarios: