domingo, 3 de junio de 2012

Por fin

Por fin nos vemos. Lo habíamos planeado desde hace tanto tiempo... Y por fin os veo, por fin estamos juntos en la intimidad de la habitación. En ese momento sólo se me ocurre abrazarte y enterrarme en tu hombro, entre tu pelo limpio que huele tan bien. Me acaricias la espalda y me aprieto contra ti. Sé que no está bien, que le estamos dando de lado, pero no lo puedo evitar. Tu contacto me tiene atrapada, como los polos opuestos de un imán, y ni puedo ni quiero soltarme de ese abrazo que va a terminar por fundirnos.

Asi abrazadas caminamos hacia la cama. Él lo entiende y discretamente se retira, se funde en la pared, se hace cuadro visible y presente, lejano y ausente, atrezzo de nuestras fantasías. Y acaricio tus labios con los míos con timidez, asustada de tu respuesta, hasta que siento tu lengua abrirse camino entre ellos buscando la mía, reconociendose en ella. Me abandono a tus manos y a tu boca y se para el tiempo, se vuelve eterno ese instante entre las 2, descubriéndonos, forjando la intimidad a golpe de caricias y de deseo.

Bajo por tu cuello repartiendo suaves besos por tu clavícula, por tus pechos, mordisqueo tus pezones; te empujo delicadamente hacia atrás y sigo mi camino hacia tus profundidades. Introduzco mi lengua en tu ombligo y mi mano decide explorar por su cuenta. Acaricio tu pubis mientras mi boca besa tus ingles, mi dedo gordo busca tu clítoris y ya, ya se ha dado cuenta dónde te gusta... Ya lo sabe y guía a mi lengua, nueva en estos lances. Le enseña dónde tiene que lamer, cómo tiene que presionar. Y sé que se lo ha enseñado bien, pues te oigo gemir suavemente. Decido aventurarme más y busco la entrada a tus secretos con mis dedos, que entran decididos, maestros de un arte que ya conocen, arrancándote un grito de placer que nace de lo más hondo de tus entrañas. Mi lengua sigue lamiéndote despacio, saboreándote, mientras mis dedos presionan y se retiran, una y otra vez, recogidos por ti.
Y entonces, sorprendida, lo noto. Te haces agua, líquida, y mis dedos quedan atrapados por ti, en oleadas crecientes. Te agarras a mi pelo, me estiras de él y me haces daño, pero no cejo en mi empeño de acompañarte en cada sacudida de tu orgasmo. Porque es mío, ese orgasmo es mío, es mi premio y me lo quiero cobrar. Quiero beber de ti, que sacies mi sed y no te suelto ni cuando veo que el orgasmo ya ha remitido. Sigo libando de tus entrañas hasta que me retiras suavemente y vuelvo a mi realidad.

Me sonries y me aúpo a tu lado, abrazándome a tu costado, reposando mi excitación. No me doy cuenta de que te incorporas, he debido quedarme dormida en tus brazos. No te siento hasta que estás sobre mi, sonriéndome pícara, abriendo mis piernas para meterte entre ellas. Y entonces, lo noto; lo noto pero mi cabeza es incapaz de registrar esa sensación asociada a ti. Me siento penetrada pero eres tú la que estás sobre mi. Cuando miro por encima de tu hombro y le veo sonriéndome, lo entiendo todo y me relajo, te dejo hacer. Me follas, me embistes una y otra vez con ese artilugio del demonio que me está volviendo loca y busco tu boca, el contacto de nuestros pechos, el roce de nuestra piel mientras te mueves dentro de mi. La base de esa polla de plástico nos acaricia el clítoris a ambas y siento que me voy a morir. Se me va la cabeza y me invade un orgasmo tan brutal como el sentir tus dientes en mis pezones mientras me haces tuya. Aúllo de gusto, pataleo hasta quedar exhausta y languidezco sobre las sábanas, viendo tu sonrisa, tu hermosa sonrisa.

3 comentarios:

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  2. El sexo entre dos mujeres es aún más hermoso cuando eres tú la que lo describe.

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    1. No sé qué decir.... Gracias! Sólo soy capaz de suponerlo, nada más. Será que hay personas y situaciones que me inspiran....

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