jueves, 5 de abril de 2012

Comerte

No pienso, verdaderamente no lo pienso. Sólo lo siento dentro, como un fuego quemándome las entrañas, una ansiedad tremenda... Recostada sobre él, haciéndome de sillón, con las piernas flexionadas y abiertas. La cabeza echada hacia atrás, reposando sobre su hombro, exhalando gemidos en su oído. Él acariciando mi vientre, mi pecho, pellizcando mis pezones... Pero quien me hace temblar como una hoja es el otro. El que tiene su cabeza entre mis piernas y está agarrado a mis caderas, el que juega con su lengua en mi coño empapado. Estoy desmadejada, sudorosa, jadeante... Abandonada al placer que ambos me provocan.

Alzo las caderas, instándole a que me penetre. Pero él sonríe, empuja mi vientre suavemente hacia abajo y vuelve a enterrar su cabeza entre mis muslos. El otro me pellizca los pezones y acalla mis jadeos con sus besos ansiosos, calientes y profundos. Su lengua se aferra a la mía y siento que me voy a fundir en tanta humedad.

El orgasmo no tarda en llegar, brutal, salvaje. Comienzo a sentirlo en el bajo vientre cuando atenaza mis entrañas y se demora ahí, como tomando impulso para expandirse por el resto del cuerpo. Arqueo la espalda y él se aferra a mis muslos para seguir lamiéndome. El orgasmo me sacude, se me contrae la tripa y jadeo sin control, la cabeza completamente echada hacia atrás. Como un resorte me doblo hacia adelante sobre mi misma e intento cerrar las piernas para que pare. Quiero disfrutar de las sacudidas de placer y sentir cómo va remitiendo el orgasmo poco a poco, en suaves oleadas. Si no se aparta, le patearé, no será la primera vez. El otro le avisa, así que se retira y yo puedo por fin tumbarme bocabajo, piernas cerradas, brazos apretados contra mi cuerpo. Y me relajo, y me dejo ir en el sueño, ignorando por completo a los 2 hombres que me miran sonriendo. No es que no quiera decirles nada, es que simplemente, no puedo...

2 comentarios: